- Haydée Zayas-Ramos
De lo que -casi- no se habla
Oigan, le tuve que balar con insistencia y carácter a la escritora, casi hasta la ronquera y ella ignorándome como Departamento del Trabajo a los desempleados.

—¿A quién le interesa eso, PEPA? —argumentaba sobre la propuesta de tema para mí blog.
—A mucha gente, ¿o tú crees que eres la única que sufre calentones?
—PEEEPA, que eso tiene varias connotaciones.
—Ja, ja, ja, ja. ¡Pues todas mijita! —dije picarona, para luego añadir— Mentira, hablo de tus sudores.
—¿Mis sudores, PEPA? Querrás decir el cambio climático; las altas temperaturas, la humedad del caribe, la deforestación…
—Mere, bacalá, esos sudores en esquinas del cuerpo que no te acordabas que tenías, esas blusas ensopadas, esos goterones que te bajan por la cara, esos sofocos tienen un nombre del que -casi- no se habla: ¡MENOPAUSIA!
—¡Ay Santa Virgen de Regla, PEPA!
—¿Regla? ¡La misma que no ves hace más de un año! Y que cambi climitiqui…
Cincuentonas que me leen, a que hicieron “blup” y miraron pa’ lejos. ¡Pues no, mírense al espejo esnúas y con la frente en alto! Hay que celebrar que estamos vivas, así sea con sudores y las carnes empezando a escurrirse un chin. Somos lindas como sea. Y si tienen cicatrices como yo, tómenlo como batallas peleadas y vencidas.
Cuando me llegó la menopausia a mi hasta se me ablandaron los cuernos, como si fueran de leche. Esos primeros que salen, chiquitos y tiernos.
No sé porque la palabra menopausia le da rasquiña a la escritora. ¡Ni canas le han salido, ese pelo no es teñido! Eso sí, las cejas son otra historia…
Aunque los cuernos no se ponen grises, estoy pensando pintármelos. Por joder, por cabra rebelde. El problema es que quería un cuerno azul y el otro rojo; eso mis queridas menopáusicas, tiene ciertas connotaciones con las que NO voy a lidiar. ¡Mejor me hago otro tatuaje! Y en lo que decido qué me ‘marco’, les dejo una tarea: si de menopausia se habla poco, de andropausia se discute menos. Busquen la palabrita, pa’ que disfruten un rato.